Sixto y Paco en su último día de trabajo en la imprenta, el pasado 30 de septiembre MAM

«!Dale tinta, Paco¡»

Con la reciente jubilación de los hermanos Del Castillo, se cierra una etapa de más de medio siglo de la historia de la imprenta local

Felipe del Castillo

Viernes, 11 de octubre 2024, 18:13

«¡Dale tinta, Paco!» No se me olvidan esas palabras cada viernes de cada dos semanas cuando entraba por la puerta Jesús Rubio a terminar de maquetar con Sixto la portada y página 3 del periódico El Moralo 15 Días antes de meterlo en máquinas.

Publicidad

De eso ya han pasado muchos años, también desde que ese medio de información cerrase definitivamente sus publicaciones. Ahora le toca a la imprenta que «dio tinta» a ese y a tantos otros después de más de 50 años de trayectoria profesional de cada uno de los dos socios.

Nicolás Rivero fue el primero que les dio una oportunidad y, hasta la fecha, vivieron dos etapas más. La primera en Unigraf, cerca del antiguo ambulatorio y, la más reciente, en Hermanos del Castillo, el pequeño taller que desde 1988 han regentado Sixto y Paco en la calle Madreselva.

No han conocido otro trabajo. En su época, estudiar era también obligatorio como era fundamental aprender un oficio por las tardes y fue Sixto, el mayor de los hermanos quien con apenas 13 años abrió las puertas al mundo de las artes gráficas. ¡Quién le iba a decir que sería su modo de vida hasta su jubilación! Hoy es del todo impensable. Paco se incorporó pocos años después y, de igual modo, ha hecho de la imprenta su modo de vida y sustento para sus familias.

Jornadas de sol a sol. Incluso de sol a luna, porque quienes hemos vivido de cerca la vida de los dos hermanos, hemos sabido que se entraba por la mañana a las nueve pero también se salía a esa hora por las noches, ya fuese invierno o verano. Y eso, en la época más reciente, cuando a golpe de crédito tuvieron que endeudarse para comprar la maquinaria del último taller, el reloj tenía menos horas de las que necesitaban para atender todo lo que llegaba. Ah, eso sí, de lunes a domingo. No han dejado de ir ni un solo día, ya sea a trabajar, a limpiar máquinas o simplemente a estar juntos los dos hermanos un rato.

Publicidad

¿Cómo está lo mío? Uy!! Pásate en tres semanas a ver si… Y nunca estaba, el volumen era tal que, incluso sin que las máquinas parasen en todo el día, se podía llegar a atender en tiempo a todos los clientes.

Un punto de paso

Acaba esta historia laboral, llena de recuerdos, de trabajos, de personas… Y es que la imprenta también se convirtió en un punto de paso donde cualquiera que veía las puertas abiertas entraba para saludar, para conversar o para discutir de fútbol o política.

Publicidad

Comienza la aventura de la jubilación, que va a ser eso, una aventura para dos personas que desde luego no están acostumbradas a otra cosa que no sea pasarse el día entre las cuatro paredes del taller.

Los clientes habituales no se acostumbran a ver este cartel MAM

Con ellos acaba un modo de trabajar que parte desde los tan necesarios conocimientos de tipografía que aprendieron y que, a día de hoy, no se enseñan en las escuelas, más centradas, como es lógico, en la producción digital y no en lo artesanal de los clichés, moldes, tipos y demás herramientas que todavía descansan en el chivalete de madera del taller de Sixto y de Paco.

Publicidad

Clientes, conocidos, amigos y familiares les desean que la salud les acompañe en esta nueva etapa sin prisas y sin horarios, y que sepan disfrutarla por lo menos, la mitad de lo que han disfrutado de su trabajo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

PRIMER MES GRATIS. Accede a todo el contenido

Publicidad