

Juan carlos moreno
Martes, 16 de marzo 2021, 10:09
Permitidme que insista. Quizás sea una fijación mía, pero sigo creyendo que uno de los símbolos más relucientes de la historia de los pueblos de nuestro entorno, la Campana de la Mata, merece un mayor respeto por nuestra parte, una mayor atención. Un cuidado más esmerado, en definitiva.
Año tras año y últimamente más, durante nuestras más frecuentes idas y venidas entre Navalmoral y Peraleda, sigo viendo recortados bajo el nítido cielo azul de estos lares los restos de la otrora importante iglesia de Santa María de la Mata (s.XIV), en su día sede y cabecera del Concejo de la Campana de la Mata, aunque hoy día más conocida como las ruinas de San Gregorio. Llaman pronto la atención porque, además de estar situadas a escasos metros de la carretera a Guadalupe (EX-118), la austera torre del campanario y los pocos muros que le quedan al resto del templo se encuentran jalonados por una nutrida colonia de cigüeñas que ya debe sobrepasar la veintena de miembros.
Desde los hace ya más de treinta años que las vimos por primera vez, estas ruinas siempre han atraído nuestra atención, siendo un punto de visita habitual en cuanto hemos tenido ocasión. Por un lado, por la historia que albergan tanto el recinto como el paraje, cuna de la comarca y de la organización política mancomunal e igualitaria de la misma y, por otro, por la auténtica gozada que supone la contemplación de esa cada vez más nutrida población de cigüeñas que allí regresan invierno tras invierno llamadas por el benigno clima de las tierras arañuelas. Un espectáculo natural que a mi mujer, Yolanda, y a mi nos ilumina el ánimo cada vez que tenemos la fortuna de disfrutarlo.
Aunque siempre me queda un pero. Una cierta sensación de desazón por el permanente abandono que aprecio, hoy día incluso más acuciado, consecuencia de la, por desgracia a veces, poco respetuosa huella humana, en ocasiones tan perniciosa que no repara en poner su entorno más inmediato en peligro inminente, convertiéndolo en un vertedero descontrolado e incluso, por los evidentes restos encontrados, en improcedente morada de botellones.
La situación no es nueva
Pero lo peor de todo es que esta situación no es nueva en absoluto. Ya allá por julio de 2014 escribí en mi blog 'Moralo y.' (www.juancarlosmorenoromagueras.blogspot.com) un artículo sobre este mismo asunto. En aquella ocasión lo titulé: 'La Campana de la Mata, la otra gran olvidada'. Pero como prácticamente nada ha cambiado desde entonces, salvo que ha crecido el número de nidos y parejas de cigüeñas, he decidido en la práctica aprovechar casi el mismo título. Permitidme que insista en ello.
Y llegados a este punto, siempre me he hecho la misma pregunta: ¿Es que no le interesa, no le preocupa, o no le importa a nadie (o a casi nadie, para no ser tan categórico) que se pierda del todo este destacado hito de la historia del Campo Arañuelo, de la esencia de la constitución de la Campana de la Mata y de los municipios y localidades que la integraron?.
Aunque estamos en un momento ciertamente esperanzador para el patrimonio histórico y arquitectónico del Arañuelo -en especial de los municipios de la Mata- debido en buena parte al empuje de diversos colectivos (en especial la asociación Raíces de Perâleda) y la receptividad de algunas administraciones públicas, abriendo buenas expectativas sobre todo para el futuro del dolmen de Guadalperal y de 'Los Mármoles' de Augustobriga, no estaría de más plantearse una actuación básica de consolidación de las ruinas de la Iglesia de Santa María de la Mata, por supuesto, siempre aprovechando las temporadas en que las cigüeñas no las habitan y respetando su hábitat, así como el del resto de la fauna y flora locales.
Pero también acciones para la adecuada protección del entorno, la segura anidación de la cigüeñas y la señalización histórica y divulgativa del entorno, fomentando el respeto por nuestra historia y nuestra naturaleza.
Mientras tanto, yo seguiré insistiendo.
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