Los escolares de vacaciones desde hace varias semanas; padres y madres, en su mayoría, trabajando y el Ayuntamiento sin haber puesto en marcha todavía los habituales campamentos urbanos de cada verano. De hecho el viernes acumularán un mes de retraso, puesto que el primer turno tenía que haber empezado el 22 de junio, dificultando así la conciliación familiar y laboral que buscan los progenitores con esta iniciativa, además de la propia distracción de los chavales.
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Tan atípica situación se debe a cuestiones administrativas derivadas de la convocatoria hecha para la contratación de una empresa encargada de su desarrollo. Se hizo el 17 de mayo, con un presupuesto de más de 33.000 euros para 350 plazas repartidas en seis turnos: del 22 de junio al 1 de julio, del 4 al 17 y del 18 al 31 de julio, del 1 al 14 de agosto, del 29 de agosto al 7 de septiembre y ya en Navidad del 22 de diciembre al 5 de enero. Pero todavía no se ha realizado ninguno.
Se presentaron cinco empresas, adjudicándose a una de ellas tres semanas después de cerrarse el plazo de admisión de propuestas, el 6 de junio. Sin embargo una segunda presentó alegaciones, y posteriormente un recurso de reposición, por no estar de acuerdo con la puntuación recibida, retrasándose la resolución del concurso.
Tanto uno como otro fueron desestimados, confirmando la Junta de Gobierno la adjudicación inicial el 27 de junio. Pero entonces surgieron problemas al presentar la documentación solicitada, por lo que fue excluida y adjudicado a una tercera empresa, que disponía de siete días hábiles, desde el 8 de julio, para presentar su documentación. ¿Será ésta la definitiva?.
Quejas de madres y padres
Mientras tanto, padres y madres no dejan de preguntar en las redes sociales si este año no hay campamentos o si en Navalmoral no se hacen actividades en verano para los niños, como sí ocurre en la mayoría de las poblaciones del entorno.
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Otros, conocedores del procedimiento abierto, lo que no se explican es por qué los concursos municipales no se convocan con mayor antelación dada la lentitud habitual de los trámites administrativos, cuando, además, ya se tiene la experiencia de lo ocurrido un año con las luces de Navidad. «No se pueden esperar tanto», se lamentan.
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