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Año 1948. Antonio Leandro de la Calle Jiménez y Visitación Hidalgo Burcio, tres años antes de casarse/ A. D. C.

70 años de amor y humor en matrimonio

El 12 de abril Visitación Hidalgo y Antonio de la Calle, vecinos de Guijo de Santa de Bárbara, cumplieron 70 años de casados, haciendo gala de una lucidez, forma física y humor envidiables

ELOY GARCÍA

Domingo, 25 de abril 2021, 17:10

Más de 70 años de feliz matrimonio, forma física y lucidez envidiable, amor y humor a prueba de bombas. Este podría ser un breve resumen de la vida de Visitación Hidalgo Burcio y Antonio Leandro de la Calle Jiménez, de 91 y 96 años respectivamente, quienes el 12 de abril conmemoraron siete décadas de casados.

Y no es hablar por hablar. La pareja recibe la visita de HOY en su domicilio de Guijo de Santa Bárbara, donde vive de forma totalmente autónoma (aunque con varios familiares en casas cercanas), con total naturalidad. Durante la conversación las bromas, anécdotas y risas son continuas, mientras ambos recuerdan cómo se conocieron, cómo era la vida de antes, etcétera. Sobre una pequeña mesa auxiliar, entre los sillones que ambos ocupan, dos de sus últimas lecturas: 'Reyes de España', de Henry Kamen, y 'Extremadura de leyenda', de Manuel Lauriño.

Antonio nació en Guijo el 13 de septiembre de 1924, donde tras regresar de la 'mili' ejerció 39 años como cartero rural hasta su jubilación, en 1989, alternando el ejercicio de su profesión con labores agrícolas y ganaderas, alguna de las cuáles aun mantiene. Por su parte Visitación vino al mundo el 14 de diciembre de 1929, en Navalmoral de la Mata, trasladándose a Guijo, de donde era oriunda su madre, en 1936.

Fue entonces –recuerdan entre risas– cuando se vieron por primera vez, pues coincidieron en la etapa escolar. Más tarde vino la adolescencia, los primeros bailes,... «y en 1946 la escribí una carta, estando en el ejército en Valladolid, que antes la 'mili' duraba tres años. Entonces ya la pretendía, pues con 14 años ya habíamos estado bailando», recuerda De la Calle, mirando con complicidad a Hidalgo, quien sonríe y asiente. «La verdad es que me esperaba la carta, porque desde los 14 años ya habíamos bailado muchas veces», ríe.

Boda de madrugada

La suya no fue una boda al uso, pues el padre de Antonio falleció de manera repentina (su hijo heredó el puesto) y por cuestiones de luto se casaron de madrugada, a las seis. «¿Casarme yo de blanco? No, qué disparate, de negro y antes de que saliese el sol, por el luto», puntualiza Visitación.

Pronto empezaron a llegar los hijos. Primero Alonso, que en breve cumplirá los 69 años. Después Inma, Toñi y Raquel, quienes, a su vez, los hicieron abuelos (ocho nietos) e incluso bisabuelos (Héctor, su bisnieto de pocos meses, nacido en Inglaterra). «Y todos sin fallo alguno», apostilla Antonio, para risas de todos los familiares presentes, quienes aseguran que se trata de uno de los matrimonios más longevos, sino el que más, de Extremadura.

Muchas son las anécdotas de tan longeva como prolífica vida juntos. Durante todo este tiempo Visitación ha cuidado no solo de los hijos, sino de otros familiares que lo necesitaron, se ha encargado de la casa, del huerto, etcétera, sin desatender sus aficiones, como pasear y leer.

La pareja en la actualidad, en su domicilio A. D. C.

Eso sí, sin apenas visitas al médico. De hecho, no conoció doctor alguno hasta los 80 años, cuando un gallo la picó en la mano, se le inflamó y se vio obligada a acudir al servicio de urgencias. «El médico pensó que tenía el ordenador estropeado, porque tecleaba mi nombre y no salía nada», explica entre risas. Otra de las pocas asistencias médicas tuvo lugar hace cuatro meses, cuando se fracturó la cadera por una caída accidental. Inmediata intervención quirúrgica y ya está prácticamente recuperada, si bien aun se vale de un andador para sus paseos. «Pero vamos, que en las analíticas no ha salido ni colesterol ni nada, todo perfecto», apostilla.

Antonio la sigue a la zaga. Asegura que en 39 años no ha faltado ni un día a recoger el correo en Jarandilla, donde está la oficina postal. Andando, con un burro después y con un Renault 4 (el popular 4L) más tarde, que prefirió comprar en lugar de la típica moto Vespa. Un cochazo para el año 1966. «De los primeros coches que hubo en el pueblo», afirma orgulloso.

Entretanto, también atendía el huerto, las gallinas, cerca de una treintena de vacas que pastaban en la sierra (que mantuvo hasta hace dos décadas), burros, algunas yeguas, pescaba truchas de la garganta Jaranda, ejemplares con los que repoblaba otros cauces, como Jarandilleja y El Gargantón,...

Activo. Antonio cavando su huerto, ubicado cerca de su casa en Guijo

Así iban pasando los años, hasta que en 1974 «me dicen que tengo que ser alcalde. Yo no quería, pero vinieron a darme posesión desde Cáceres», rememora. Durante su mandato, tres años en plena Transición, se hicieron las obras para dotar al municipio de abastecimiento de agua en los domicilios, entre otros proyectos. En ese mismo periodo invitó a pescar a Manuel Fraga, que vino dos veces a la zona.

En definitiva, una vida inquieta y sana parece ser el secreto de ambos para estar perfectamente y ser completamente independientes, además de sentirse plenos y felices por la vida que han llevado. Ni siquiera ponen mala cara a la hora de hablar del coronavirus. «Este último año hemos salido menos, con esto de la pandemia. Pero no hemos dejado de pasear, de leer,... y ya tenemos las dos dosis de la vacuna, que ni nos ha sentado mal ni nada», afirman sonrientes.

Pero... ¿y el secreto para seguir juntos durante tantos años? «Algunas veces discutimos, porque este es un poco cascarrabias [ríen ambos]. Pero cuando hay cariño y amor todo se pasa», asegura Visitación.

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