Noemí García Jiménez
Sábado, 23 de abril 2022, 23:37
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En la semana que festejamos el Día del Libro se ha ido un magnífico escritor, José María Gómez de la Torre. Desde lo alto de la Torre en que se encuentra ahora nos habrá divisado y nos estará contemplando a todos.
Desde uno de sus primeros artículos en la edición del mensual de HOY, he ido buscando sus líneas mes a mes. Tenía una forma de escribir tan diferente a la de cualquiera de los que compartíamos con él una columna en el periódico, que lo identificaba. Lo que más me maravillaba era, sin duda, su capacidad de hablar de un tema de lo más espinoso sin faltar al respeto, sin que su texto dejara de ser elegante y crítico.
El artículo del slogan Vuelve a casa, vuelve me ha venido a la mente en el trayecto en tren de vuelta a casa en más de una Navidad. Imagino que no ha debido ser solo a mí, ya que dos años después nos regalaba otro artículo que trataba el mismo tema, bajo el título La vida sigue igual.
Sus artículos nos han ido acercando de una forma diferente a la actualidad local, comarcal y nacional. Muchos de ellos eran como si tuvieran dos partes; la primera te atrapaba con su prosa y te hacía continuar la lectura de la segunda, que era la más dura o espinosa. De cualquiera de los asuntos sobre los que escribió lo hizo de forma magistral, con respeto y bastante diplomacia. En un tema delicado como el de la inmigración, me emocionó mucho el de Se llama Samuel y, por su parte, el de Discúlpeme vecino musulmán nos dio que pensar.
Entre los locales, junto a los Carnavales, el tren que no llega y otros temas frecuentes en la prensa. De tener que elegir me quedaría con Lugares moralos, con el que nos llevó con humor a la Bamba y el de ¿Existe vida inteligente? con el que nos invitó amablemente a cuestionarnos si esa vida existe realmente.
El mundo literario fue el que cruzó nuestros caminos, en parte, por escribir en el mismo medio y coincidir en algunas comidas del periódico, antes de que viniera el covid. En esas comidas aprendí y, sobre todo, me reí mucho al escucharle dar réplica a los distintos temas hablados por unos y otros de los que allí compartíamos un rato. Mostraba siempre un gran ingenio en sus respuestas, solo comparable con el de sus artículos.
Feria del Libro
Además de los actos del periódico, coincidimos en una edición de la Feria del Libro. Uno y otro presentamos nueva novela. Es una pena que, por unas circunstancias y otras, no se haya vuelto a repetir una situación como aquella.
Siguiendo con su espléndida pluma, también solíamos coincidir en alguna gala literaria o en la entrega de un premio. En relación a esto último, un día me hablaría de su falta de éxito al intentar optar por el Encina de Plata. Me contó los esfuerzos para escribir esa novela, los que el lector no ve y ni se imagina. Aquella no sería la única vez que hablaríamos de eso, supongo debido a que puedo entender su frustración. Otra de las veces que salió ese asunto fue en las puertas del teatro. Allí nos hemos encontrado un par de veces por eventos literarios. En la última, sin saberlo hasta este momento, compartimos escenario para recoger un premio de relato. Fue emociónate coincidir allí.
Ahora que está en lo alto de su Torre, nos quedan sus líneas recogidas en Miradas desde la Torre y su novela En la eternidad no hay relojes, para que nunca lo olvidemos.
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