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Alejandro Tanco, autor del texto HOY
Almaraz y Navalmoral, presentes en la primera novela de Miguel Garmendia

Colaboración

Almaraz y Navalmoral, presentes en la primera novela de Miguel Garmendia

Se trata de 'Nueve páginas', en la que su autor ha sido capaz de unir a dos figuras tan distantes como Dante y Tesla en pleno siglo XXI

Alejandro Tanco Recio. aficionado a la lectura

Miércoles, 24 de enero 2024, 18:40

La central nuclear de Almaraz, la propia población de Almaraz o el hotel Los Granados y el restaurante La Taberna del Loco en Navalmoral tienen su pequeña parte de protagonismo en una novela que me gustaría recomendar en estas líneas en el diario HOY.

Se trata de 'Nueve páginas', una novela negra en la que su autor, el ingeniero vasco Miguel Garmendia, ha sido capaz de unir a dos figuras tan distantes como Dante y Tesla en pleno siglo XXI.

Todo comienza con la visita del inventor serbio a una librería en la que hará entrega de nueve manuscritos que quedarán adheridos a una edición de 'La divina comedia'. Estos serán encontrados por la periodista Julia Corsi cuando se ponga a investigar para llevar a cabo un proyecto encomendado con motivo del 750 aniversario del escritor italiano.

En esas páginas se esconde un secreto que cambiaría el orden social y económico mundial si saliera a la luz, lo que pondrá en riesgo su vida y la de todos los que la rodean. Un secreto que permite al escritor irunés construir una trama con la que criticar profundamente el modelo energético existente y a los diferentes lobbies que imponen las reglas del sistema imperante.

Una novela que desarrolla parte de su trama entre Almaraz y Navalmoral, una zona en la que su dependencia de la central nuclear, la defensa a ultranza de las energías renovables puede ser motivo de controversia, cuestión que me anima, aún más, a recomendarla.

Primera novela

Se trata de la ópera prima, en el apartado de novela, de alguien que no vive de las letras, si no que ha desarrollado su carrera profesional vinculado a proyectos de energías renovables en distintas partes del mundo.

Ese hecho, no vivir de la literatura, añade, a mi juicio, valor a un trabajo que, sin ser excelso, se lee muy bien y aunque el comienzo denota la falta de técnica literaria, ésta va ganando enteros a medida que avanza la trama y lo hace hasta conseguir que obra y estilo adquieran una personalidad propia y arrolladora en su tramo final.

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