

El pleno ordinario de noviembre terminó en bronca. Lo curioso es que todos los grupos municipales, menos Unidas por Navalmoral por su postura antinuclear, estaban de acuerdo en el punto más destacado de la sesión: pedir la continuidad de la central nuclear de Almaraz. Pero los matices llevaron a la discrepancia y después a la polémica.
El grupo popular, que defendió la moción que presentó días atrás, insistía en pedir al Gobierno central que modifique la política energética, ante la situación mundial que se está viviendo, y prorrogue la vida útil de las plantas nucleares mientras su seguridad se lo permita. Sobre todo en lo referente a la CNA.
Aún compartiendo ese objetivo, PSOE, Ciudadanos y Extremeños anunciaron que rechazaban la moción por entender sus portavoces que lo único que buscaba el PP era obtener «rédito político», al obcecarse en mantener su propuesta en lugar de consensuar un texto común.
Al rebatir los argumentos de esos grupos, el portavoz popular recordó acuerdos y compromisos anteriores del pleno no cumplidos, pidiéndole la alcaldesa en reiteradas ocasiones que se ciñera a la moción sobre la central nuclear, lo que Jaime Vega entendía que estaba haciendo.
Tras varias advertencias, Raquel Medina expulsó del pleno a Vega y a la concejala Iria Sánchez, quienes denunciaron una actitud dictatorial de la alcaldesa. Con ellos se marcharon los otros dos concejales del PP presentes en el pleno, Roberto García y Jesús Amor, ya que asistió Nuria Camacho.
La moción popular fue rechazada con los votos de PSOE, Ciudadanos y Unidas por Navalmoral, la abstención de Extremeños y el apoyo de Vox. En cambio salió adelante el texto pactado por PSOE, Ciudadanos, Extremeños y Vox.
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