

Con un cariñoso recuerdo hacia el pueblo de Ucrania, seguido del aplauso de los asistentes, cerró la alcaldesa, Raquel Medina, su habitual intervención en la quema de la sardina que sirve para despedir el Carnaval.
Antes había agradecido su labor a todas las personas, entidades y colectivos que hacen posible la fiesta, deseando que en 2023 pueda llevarse a cabo con toda normalidad sin las restricciones que se han tenido antes y durante su celebración.
La quema tuvo lugar en el parque municipal tras el entierro de la sardina más pobre que se recuerda, con un escaso número de acompañantes. Según uno de los participantes, en el momento más 'animado' fueron unas 25 personas entre miembros de la comisión de Festejos, voluntarios de Cruz Roja y Protección Civil, lloronas e integrantes de la plataforma No al Muro. Aunque en otros apenas eran cuatro o cinco.
De ahí los comentarios de quienes observaban el paso de la triste comitiva, que al principio no llevaba ni música. Desde «ha sido lo peor del Carnaval, con diferencia» hasta lamentar que «si no hay comida en los barrios, no hay lloronas», además de destacar, con cierta sorna, que No al Muro salvara, con su presencia, el recorrido en algunos momentos a pesar de las discrepancias que mantiene con el gobierno municipal por el proyecto del tren en superficie.
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