Opinión

El alcalde del muro de las lamentaciones

Sin duda es una opinión, la de Liberales, pero que puede verse refrendada por los siguientes hechos:

El primero de ellos es que no ha querido cumplir ni ejecutar los acuerdos plenarios de 2020 que ese mismo partido (el PP) propuso y tampoco ha querido cumplir ni ejecutar los siguientes que mantuvo para evitar este proyecto infumable y que tanto nos perjudicará.

Hasta aquí, es claro el desinterés, más allá de las homilías del alcalde en el pleno reprochando equivocadamente a la plataforma No al Muro que también estuvieran en contra de otros grandes proyectos como la continuidad de la central o el proyecto de la Isla de Valdecañas; en un ataque innecesario e injusto que, aquí sí, el tiempo, ha corregido.

Pero progresando en esa pasividad, este PP santificado desde Cáceres; pero, hasta entonces, nada implicado en los asuntos políticos locales, también rechazó las propuestas de Liberales para contratar un servicio jurídico especializado que impugnara el acuerdo que autoriza la construcción de un proyecto en superficie que nadie quiere.

No lo hizo, ni tramitó las solicitudes, ni aceptó la enmienda a los presupuestos municipales de este ejercicio conformándose, hasta la fecha, en utilizar los medios de comunicación para, de forma confusa, no aclarar ni su postura, ni su responsabilidad en el desafuero del que ahora se lamentan.

De sobra conocido

La evolución y trastornos que las obras iban a traer a Navalmoral era de sobra conocida por la labor informativa que han llevado a cabo tanto la Asociación de Constructores como la plataforma No al Muro; pero lejos de atender sus advertencias, el alcalde y su equipo hicieron caso omiso.

Y siguieron conformándose con airear que el soterramiento era «irrenunciable», volviendo a demostrar que, o no conocen lo que significa el término o, lo que es peor, que en política, las palabras de nada valen y, por ello, los administrados volvemos a ser meros súbditos de comportamientos cuyos actos no se acomodan a lo que prometen.

Liberales vuelve a pedir al alcalde y a su equipo de Gobierno que defienda los intereses de la ciudad para no tener que oír otros lamentos, como el que la sultana Aixa hizo a su hijo, el último rey islámico de Granada, Boabdil el Chico.