Afectados por las obras del tren en el casco urbano crean una asociación vecinal
Zona Cero, como la han bautizado, tiene como objetivo «alzar la voz y que se escuchen inquietudes y reivindicaciones»
Zona Cero. Así han decidido llamar Chema, Geli, Rafa, María José, Santi, Jorge, Stephania, Vito, José, Marisol, Aurora, Puri y Fernando a la asociación vecinal que han creado en el entorno del cuartel de la Guardia Civil. Para ser más exactos, en el entorno de las obras del tren de altas prestaciones junto a sus viviendas, sin duda una de las zonas más afectadas por los trabajos en marcha desde hace meses.
«Para alzar la voz y que se escuchen nuestras inquietudes y reivindicaciones creamos una asociación vecinal con el nombre que rememora la zona de las Torres Gemelas, así bautizada tras ser devastada por los ataques terroristas islamistas del 11-S. Tenemos la esperanza de que se quede en un nombre producto del calentón del momento y que, poco a poco, podamos cambiar la denominación y conseguir objetivos».
Así se dice en la original presentación que ha hecho del colectivo uno de sus integrantes, Fernando Alfonso, en hoynavalmoral.es.
«En el barrio que un día tuvo una plazoleta que hacía las delicias de la chavalería, que pintaba de color verde nuestros amaneceres primaverales, que regalaba a nuestra vista los cambios de estaciones, el paisaje urbano ha ido a menos cero, a la nada, inexistente visualmente», afirma.
Alfonso explica que el espacio que delimitaban cuatro árboles con solera «ya talluditos, setos variados y un espacio circular de gran asiento corrido, es hoy un taller de soldadura al aire libre. Antes de ayer fue lo más parecido a un escenario bombardeado de guerra, agujereado, lleno de gigantescas máquinas extrayendo metros y más metros cúbicos de tierra para una posterior cimentación del paso subterráneo o túnel para el tráfico rodado que, un día, verá la luz para oscuridad eterna de los habitantes de esta ciudad cerrada por obras».
Zona Cero añade que el espacio que en su día «llenó de exotismo nuestra palmera que sobrevivió al picudo rojo y la cigüeña negra elaborada en forja, sirve de almacén de estructuras metálicas listas para hormigonar el paso inferior que dará entrada a nuestra ciudad desde la cara norte, con la única sombra de los tres árboles que se han salvado de la masacre vegetal».
Ruedas de molino
En otro punto señala que han intentado que «comulgásemos con ruedas de molino, sin éxito alguno. Hemos aguantado carros y carretas, unos más que otros, eso sí. Vecinos que han visto como sus garajes se cerraban a cal y canto hasta nueva orden porque la obra así lo requería. Y exactamente el 25 de septiembre pasado, después de más de 16 meses, pudieron respirar aliviados porque les dieron vía libre para acceder, por fin, a sus cocheras precintadas».
Para terminar, el portavoz de colectivo se refiere a una expresión utilizada por el «político autonómico de turno» para el soterramiento de las vías, «objetivo irrenunciable, pero que se quedó pululando por el limbo de los limbros, como muchas otras mentiras que nos fueron contando, promesas incumplidas y nuevos palabros huecos, como permeabilidad»