Borrar
Rodeada de familiares y amigas
Una centenaria en plena forma

Una centenaria en plena forma

Raimunda Serrano, 'Munda', llega al siglo viviendo sola, comiendo de todo y espléndida de salud, recibiendo el homenaje de su pueblo, Casas de Belvís

Miguel Ángel Marcos

Lunes, 26 de febrero 2018, 10:56

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«Usted no puede tener 100 años». Ese fue nuestro saludo, a bocajarro, nada más conocer a Raimunda Serrano, 'Munda' para los vecinos de Casas de Belvís. Una vigorosa centenaria que entre otras peculiaridades que la diferencian de sus coetáneas vive sola, porque no se quiere ir con familiares ni a una residencia; lleva 100 años en la casa en la que nació, cena un huevo frito casi todas las noches o se toma una cerveza de vez en cuando. Sin olvidar su extraordinaria memoria, la elegancia con la que viste o su sentido del humor. Reconozco que pocas veces me ha impactado tanto una entrevista desde el punto de vista humano.

«Nací en 1918 y estamos en 2018. Calcula tú mismo», nos decía sentada en el comedor de su casa, en la que vino al mundo, «porque entonces se nacía en las casas», y donde ha residido toda su larga vida. Sin ningún secreto, asegura, salvo una vida «sana y buena en la que he trabajado mucho. En el campo hasta los 46 años con mis hermanos, criando tabaco, y luego cosiendo, primero con mi madre y luego ya sola».

Y sola continúa. Porque quiere. Porque es la vida que ha elegido, insiste. «Hago casi todo. La comida, la cama, me ducho. Lo peor que tengo es de rodillas para abajo, porque los huesos se habrán cansado de sostenerme», sonríe.

Eso sí, tiene la compañía de una chica que va a dormir con ella, «por no estar sola por la noche y porque si tengo que salir corriendo no puedo hasta que los huesos se calientan», y otra de los servicios sociales que va cinco días a la semana para «echar una mano».

«Mientras pueda no quiero ir a una residencia. Ni con mis sobrinos, que son como hijos -porque no se ha casado ni ha tenido hijos-. Están en Madrid y si quisiera estaba con ellos. Vienen muchas veces. Pero no quiero irme a ningún sitio mientras tenga la cabeza bien y capacidad. Aquí estoy en mi casa, con mi gente, con mis vecinos.», dice.

Su envidiable estado le permite darse todos los días un paseo hasta el parque, «aunque antes andaba mucho más», o arrodillarse en misa, lo que destacó el sacerdote en la que se ofició el día que recibió el homenaje de su pueblo por llegar al siglo. «¡Cómo se fija en eso!», afirma.

Un homenaje que no cree merecer por más que le insistimos en el mérito que tiene llegar a 100 años en sus condiciones. «Yo he trabajado mucho, pero para mí. No es como un maestro, que enseña a los niños; un médico que cura a la gente o un escritor. Yo no he hecho nada de eso, aunque lo agradezco, porque estuvo bien».

Entre risas recuerda, en otro momento, una anécdota que le contaron después su madre y sus primas y que, sin duda, ha marcado su vida. Siendo bebé, con apenas siete meses, estuvo tres días sola en la habitación de su casa por culpa de la 'gripe española' que causó millones de muertos en el mundo, también en el Campo Arañuelo. Entre ellos una hermana algo mayor, que se infectó junto con su madre, por lo que esta tuvo que abandonar la población, al tiempo que su padre estaba trabajando. Por fortuna para 'Munda', tras enterrar a su hermana, su tía se acordó de ella.

Al verla la dieron por muerta, llena de caca, pis y sangre, con los ojos en blanco. Hasta que poco a poco fue reaccionado gracias, entre otras cosas, al pecho que le dio una vecina ante la ausencia de su madre. Fue Sofía, la abuela de Julián Pérez, la persona que nos acompaña en la conversación, vecino desde hace dos décadas y que es casi de familia. Puede que esa vivencia le haya dado la salud de hierro que tiene ahora, como demuestra que visitó por primera vez un hospital con 91 años para operarse de cataratas.

«Estoy viva de milagro, pero después de aquello no he vuelto a estar mala», se ríe de nuevo, una constante durante la entrevista. «Duermo estupendamente, no tengo colesterol y la tensión está bien, añade. Sólo tomo calcio para los huesos. Y comer, de todo. Un huevo frito por la noche, chorizo, judías verdes, morcilla, torreznos. Todo me sienta bien». No hay más que verla.

Homenaje de su pueblo

Los actos que se celebraron para festejar su cumpleaños el pasado día 4 comenzaron con una misa en la iglesia parroquial de San Bernardo, en la que fue bautizada, oficiada por el párroco Francisco Torres, quien dijo en el sermón que presumía entre sus compañeros sacerdotes por tener una feligresa con cien años «que aún era capaz de ponerse de rodillas durante la Eucaristía».

Tras el oficio religioso se pasó a una sala del edificio multiusos, donde Raimunda pronunció unas palabras de agradecimiento, seguidas de la intervención del alcalde, Alberto Alcántara. Después se procedió al soplado de las velas de una gran tarta y a la entrega de varios obsequios, como un libro con su partida de nacimiento, de bautismo y otros documentos e imágenes diseñado y elaborado por el Cronista Oficial de Belvís, Javier Timón, regalo del Ayuntamiento y la parroquia.

Familiares, amigos, vecinos y la Corporación Municipal acompañaron a 'Munda' en una jornada tan especial

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios