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Lugares moralos, La Bamba

Lugares moralos, La Bamba

"Era también lugar de galanteos, donde iban los

José María Gómez de la Torre

Sábado, 11 de noviembre 2017, 14:58

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Llevamos un mes en el que parece que solo hay un tema noticiable en todos los medios de comunicación: el lío de Cataluña, con sus independentistas, no sé si soñadores o poco juiciosos; con su referendum a la brava, con majaderías como la de la CUP: "preferimos comer en el suelo que seguir siendo españoles", o con la sandez de decir que se ha vuelto a la represión de los tiempos de Franco. ¡Cómo se vé que quien afirma eso no vivió en los tiempos del Glorioso Caudillo!

Hay quien aplaude la prisión de los exconsellers y quien piensa que se le está haciendo el juego a los independentistas suministrándoles mártires.

Hay quien no compra productos catalanes por ser catalanes y hay catalanes que no compran a esos mismos fabricantes porque no son independentistas, lo que lleva a algunos a verse abocados a la ruina. Al final también lo paga el hijo de un agricultor manchego que no va a poder ir a la universidad porque la fábrica catalana a la que suministraban harina está al borde de la quiebra.

Creo que se han hecho muchas cosas mal, y no todas por las gentes del mismo bando. Pero también creo que estamos todos hartos y cada quisque tendrá su opinión al respecto, así que voy a cambiar de tema y hablar de la fuente de la Bamba, un lugar singular en la geografía de Navalmoral.

Podría empezar como Charles Aznavour en 'La boheme', diciendo que "os hablo de un tiempo que los menores de cuarenta años no pueden conocer". De tiempos en los que la apertura de un grifo -en las casas en las que había, lo que no ocurría en todas- no aseguraba que fuese a salir agua.

Seguramente nuestro amigo Domingo Quijada podrá dar información más precisa de la fuente, de sus orígenes y remodelaciones. Y alguien conservará, tal vez Amador, alguna foto del lugar.

La Bamba: lugar de peregrinación

Era, en aquellos tiempos preconstitucionales, un lugar apartado, bastante alejado de la población morala, al que se llegaba por un camino medio enlosado, bordeado por muros de piedra cubiertos por zarzamoras y escaramujos, linderos de las praderas que había detrás.

Pero era un lugar, diría que de peregrinación, al que se acudía ritualmente en los atardeceres a llenar cántaros y botijos.

Era también lugar de galanteos, donde iban los mozos del pueblo a encontrarse con las mozas, a relacionarse, a comenzar noviazgos y a lo que cayera.

Fue lugar, en aquel entonces remoto en el que hacer el amor furtivamente, a salto de mata, más que pecado era milagro, del que se contaban muchas historias picantonas, que dio origen a que se "cortaran muchos trajes", y en cuyos alrededores se engendraron más de una y más de dos criaturas moralas. Como si aquellas aguas fueran propicias a la fertilidad.

He oído rumores de que un cura dijo estar cansado de celebrar matrimonios, que por haber pasado los novios por la fuente de la Bamba antes de hacerlo por la vicaría, en los que no casaba a dos: casaba a tres.

En aquellos tiempos en que no se conocían los anticonceptivos orales, ni la píldora del día después y los preservativos eran material clandestino, hubo una chica que preocupada por la insistencia de su novio fue a informarse de la forma de evitar el riesgo de embarazo. Su consejero le recomendó que llegados a tal punto tomase medio litro de agua de la fuente en cinco sorbos. La moza, inocentemente, preguntó si "antes de o después de". La respuesta fue categórica: "en vez de".

Hoy ha cambiado todo. Por los grifos siempre sale agua; en el entorno de la fuente no hay praderas; el trato entre chicos y chicas es normal, los noviazgos vienen rodados y para aquellos que por edad ya estamos jubilados, lo que "aquello" era milagro, vemos perplejos que para los nacidos en tiempos constitucionales, es tan habitual, que ni siquiera tiene la consideración de pecado para ellos.

Así pues, el siguiente soneto que tuvo validez en su tiempo, en los tiempos actuales habla de hechos y costumbres tan añejas como el último rey godo:

MANUELA

Fue Manuela a la fuente de La Bamba

E hizo con un mozo lo innombrable.

Calmó su ardor, que era considerable,

Y volvió del paseo patizamba.

Asustada quedó, pues ¡qué caramba!

El hecho era en verdad inapelable

Con el peligro de preñez probable.

Y si no fuera así, sería por chamba.

Prometió no volver, arrepentida,

a ceder ante tales tentaciones

y arriesgarse a tener barriga henchida.

Todo quedó en buenas intenciones

que a Manuela ponía resalida

ver la silueta de unos pantalones.

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