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Tejiendo la calle cruza fronteras

Tejiendo la calle cruza fronteras

Los parasoles confeccionados por vecinas de Valverde de la Vera son premiados en la Bienal Iberoamericana de Diseño

Miguel Ángel Marcos

Sábado, 9 de septiembre 2017, 09:00

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Esmeralda, de casi 80 años, contempla con sorpresa y admiración los parasoles que cubren las estrechas calles de Valverde de la Vera, recordando los ya lejanos tiempos en los que su vista le permitía hacer mantelería o bordados. Por ello sabe del esfuerzo que ha supuesto confeccionar las cerca de 150 piezas repartidas este verano por todo el casco urbano.

Lo que no conoce es la repercusión que está teniendo el proyecto dentro del cual se han elaborado, Tejiendo la calle. Lo demuestra que quizá a esa misma hora ciudadanos de algún país de América latina estuvieran viendo trabajos de años anteriores, que se exponen de forma itinerante.

Tejiendo la calle nació hace cinco años de la iniciativa de Marina Fernández, que aún trabajando en Madrid en arquitectura y diseño -en su propio estudio, Submarina, o como parte de C+ Arquitectos- está muy pendiente de las cosas de su pueblo. Se trata de un proyecto de participación ciudadana que surgió en el año 2012.

«Vamos tejiendo durante todo el año, generando una actividad para la gente que está en el pueblo, sobre todo mujeres mayores. Cada una va elaborando su propia pieza. Somos diseñadoras y productoras, trabajando con una libertad creativa absoluta y decidiendo qué quiere aportar al pueblo. Algunas mujeres rescatan patrones de su familia, porque tenían labores que han heredado y las vuelven a repetir. Otras hacen nuevos diseños. Otras investigan en Internet», explica.

De esa libertad creativa, y de muchas horas de entrega y dedicación, surgen un sinfín de formas y colores, a cual más llamativa, que cada año llegan a más calles, porque siempre se va ampliando el número de las que tienen instalación. Y en la mayoría de los casos con el mismo material, que se recicla. Se trata de plástico que reutilizan de las bolsas de la compra o de envoltorios de embalajes. También hablan con las tiendas locales para que se lo vayan guardando. Eso sí, cuando necesitan material de un color determinado que es difícil de conseguir, de una resistencia mayor o que sirva de base para tejer, lo compran.

«Pero tratamos que la mayor parte del material que usamos sea reutilizado», apunta Marina, quien añade que una vez que van teniendo parasoles celebran una reunión en la plaza, una vez al mes, para enseñar en lo que están trabajando. Ya en verano, cuando vuelven familiares y emigrantes y llegan los turistas sacan todo lo que han producido y hacen una instalación en el espacio público.

Difusión y reconocimientos

«Viene mucha, mucha gente a verlo», añade la directora del proyecto, que ha tenido ya varios reconocimientos importantes. El primero fue participar en una plataforma que se llama Arquitectos Omnibus, que organizaron el Instituto Cervantes y el Goethe. Estuvo expuesto en Berlín y ella misma participó en un debate sobre ciudadanía y espacio público. También se expuso en las arquerías de los Nuevos Ministerios, en Madrid, y fueron las propias tejedoras a contar su experiencia.

Aunque quizá lo más significativo haya ocurrido este mismo año, al recibir un premio al diseño y la participación ciudadana en la Bienal Iberoamericana de Diseño, realizando una exposición con los parasoles que ya ha pasado por Cuba, Uruguay, Costa Rica o Lisboa.

«El proyecto está teniendo mucha repercusión. Pero para nosotros lo más importante es que lo hace un grupo ciudadano, Tejiendo la calle -con el apoyo del Ayuntamiento y de algunos voluntarios- que sirve para reactivar un conocimiento artesanal que estaba en desuso, fomentar la colaboración y las relaciones entre los vecinos, aumentar la autoestima de las tejedoras y de toda la comunidad o desarrollar la creatividad entre varias generaciones», señala con evidente satisfacción.

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