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Concentración a las puertas del hospital Campo Arañuelo
Acerca de la sanidad

Acerca de la sanidad

José María Gómez de la Torre se cuestiona sobre la calidad de la Unidad de Cuidados Críticos prevista para el hospital en el nuevo número mensual de HOY Navalmoral

josé maría gómez de la torre

Martes, 15 de agosto 2017, 22:00

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La Fundación Amancio Ortega ha ofrecido 320 millones de euros a la sanidad pública para la compra de los equipos más avanzados para el tratamiento y detección del cáncer.

No creo que la sanidad pública, con los recortes que ha habido, esté para desdeñar una oferta como esta que no pide nada a cambio. Y sin embargo hay quien los rechaza.

A mediados de junio, en el programa La sexta noche, entrevistaron a Manuel Martín, presidente de una asociación de personal sanitario opuesta a aceptar esa donación.

Los argumentos para justificar su postura fueron los siguientes:

-Que es una forma de privatización la sanidad; que es una inversión en marketing para mejorar su imagen corporativa; que las empresas que venden esos equipos ganan mucho dinero y que se apuesta por la detección temprana del cáncer cuando habría que promocionar la prevención actuando sobre los determinantes de los mismos.

-Que no es verdad que falten recursos en sanidad, pues tenemos suficientes como para hacer frente a toda la demanda que haga falta.

-Que tenemos más equipos que cualquier país de la Unión Europea y que no se utilizan al ciento por ciento: no se utilizan por la tarde, no se utilizan los sábados y los domingos. Y además la mortalidad por cáncer en nuestro país es mucho menor que en la Unión Europea.

Lo más curioso de la intervención de Manuel Martín es que lo decía completamente en serio.

Por contra, el presidente de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica dice que casi la mitad de los equipos de los que dispone la sanidad pública están obsoletos; que la sanidad pública dispone actualmente de 180 equipos de radioterapia, 3,9 por cada millón de habitantes, lejos de los siete por millón de habitantes que se recomienda a nivel europeo; que muchos de los pacientes con cáncer que necesitan radioterapia y que podrían curarse gracias a este tratamiento se quedan sin recibirlo por falta de equipos o de especialistas.

Diga lo que diga Manuel Martín siempre hay equipamiento necesario en el que invertir y cualquier cantidad que se destine no llegará a cubrir la demanda y la tasa de reposición.

Lo cierto es que en la sanidad pública faltan aceleradores lineales, que muchos de los que hay están añejados, al igual que los mamógrafos que se deberían sustituir por mamógrafos digitales con técnica de tomosíntesis, que hacen un barrido de la mama desde múltiples planos lo que permite ver pequeños tumores que con los actuales pasan desapercibidos y evita errores de falsos positivos.

Aunque habrá quien le encuentre inconvenientes, tengo que decir que bienvenido sea todo lo que venga a cubrir las carencias del sistema público, aunque en este caso la donación solo será efectiva hasta que haya que renovar los equipos, y que sería de agradecer que la Fundación Amancio Ortega destinase otro dinero al Centro Oncológico Nacional, o al Instituto de López-Otín, para la creación de becas para investigadores jóvenes que están viviendo en precario.

De Manuel Martín al hospital

En contra del optimismo del señor Martín, podemos analizar la realidad de nuestro hospital.

Parece que sí, que se va a poner la UCI (denominada por el Servicio Extremeño de Salud como Unidad de Cuidados Críticos). Pero ¡qué quieren! casi me produce escalofríos.

¿Va a ser una UCI de verdad o un apaño pensado para hospitales pequeños y para acallar a los demandantes?

En nuestro hospital, casi todos los pacientes que necesitan el ingreso en una UCI, que en la actualidad se trasladan a otros centros, lo son por problemas médicos y la inmensa mayoría, por problemas cardíacos. Eso no lo va a solucionar un habitáculo que no esté dotado de especialistas en medicina intensiva, con acceso a hemodinámica, etc.

Los pacientes quirúrgicos (seis o siete casos al año) que se trasladan, siempre son por problemas respiratorios o similares, que requieren que una máquina respire por ellos, intubados y con respirador. Esto requiere una UCI bien dotada.

¿Qué va a ocurrir cuando un paciente se ponga malo de verdad, con drogas para mantenerle la tensión, intubado, con fallo renal y se llame a una UCI de verdad? ¿No contestarán que ya tienen UCI ahí?

Si la que se va a instalar es una verdadera UCI, bienvenida sea, pero si no lo va a ser, lo que se necesita es tener un protocolo de derivación para que los médicos del hospital Campo Arañuelo no tengan que andar convenciendo a alguien de Plasencia o Cáceres, a las tres de la mañana, para que «haga el favor de coger» a un paciente al que se acaba de levantar el colon y está de verdad muy malito.

Actualmente hay falta de personal en Urología, Dermatología, Radiología y Endoscopía (en esta especialidad hay aproximadamente un año de demora), y se avecina un porvenir oscuro en Pediatría y Anestesia.

Con este panorama ¿nos vamos a creer lo de una UCI bien dotada?

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