Paseando entre orquídeas
El Sierro de Almaraz cuenta con 18 especies distintas, algunas incluidas en el Catálogo de Especies Protegidas de Extremadura
Miguel Ángel Marcos
Lunes, 1 de mayo 2017, 19:51
El hombre desnudo, la muñequita de trapo, el campañón, la abejera mayor Son los nombres populares de algunas de las variedades de orquídeas presentes en el Sierro de Almaraz, declarado Lugar de Interés Científico en noviembre del 2014 y que proporciona uno de los paseos por la naturaleza más peculiares que pueden hacerse en Extremadura. Eso sí, durante un periodo limitado, de un mes o un mes y medio, más o menos desde finales de marzo a primeros de mayo, cuando las orquídeas estallan en todo su esplendor.
La humedad que genera el embalse de Arrocampo, que refrigera a la central nuclear de Almaraz y, sobre todo, las abundantes y persistentes nieblas del invierno provocadas por el cercano río Tajo, que envuelven la zona durante días, hacen que el Sierro goce de unas condiciones muy particulares, más propias del ecosistema Atlántico que de la dehesa extremeña.
De su rica naturaleza llaman poderosamente la atención las orquídeas, unas flores de gran belleza, muy evolucionadas, que atraen a los insectos para su polinización con vistosos labelos de distintas formas y colores.
Una isla ecológica
En las 120 hectáreas de ese Sierro, una isla ecológica, según la definición del Ayuntamiento, se encuentran 18 especies distintas, 6 géneros, 4 variedades, 6 formas y 3 híbridos de orquídeas, algunas incluidas en el catálogo de Especies Protegidas de Extremadura, como la Ophrys dyris, la Anacamptis papilonacea o la Orchis Itálica. Además de contar con un endemismo, la Ophrys apífera variedad Almarecensis, una joya botánica que solo se puede observar en este lugar.
La abundancia de orquídeas hace del Sierro un lugar ideal para emprender un pequeño recorrido senderista en familia, con el aliciente que ofrece a los más pequeños de buscar y encontrar las flores. De un tamaño mucho menor del esperado por los neófitos en estas cuestiones tras ver las reproducciones que se muestran en el Centro de Interpretación abierto a la entrada de la población, y que es conveniente visitar antes de emprender la ruta.
Se trata del Orchydarium, «un espacio asombroso en torno al mundo de las orquídeas, moderno y vanguardista en sus formas y contenidos, en el que el visitante aprenderá a través de la experimentación, el conocimiento, la observación, la manipulación y el olfato».
Por el mismo pasan alrededor de 4.000 personas al año, que atienden una técnica en gestión turística y una auxiliar medioambiental, dos guías de excepción para acompañar a grupos y colegios.
Desde la ermita
Un buen punto para iniciar el recorrido es la ermita de Nuestra Señora de Rocamador, un mirador privilegiado de la comarca del Campo Arañuelo y de la espectacular sierra de Gredos. Desde allí hay que seguir un sendero señalizado en dirección a la cantera abandonada. Es el tramo donde más abundan las orquídeas, que hay que buscar con mucho cuidado para no pisarlas.
Se trata de una ruta circular de 6 kilómetros, que se completan en unos 90 minutos a ritmo de paseo, y que cuenta con un coqueto merendero a medio camino y un atractivo más al margen de las orquídeas. Unos antiguos hornos de cal que recuerdan «tradiciones y costumbres ancestrales de la zona, como las huellas de los usos del suelo que pueden apreciarse en los casi desaparecidos bancales y en los actuales olivares y pequeños huertos que todavía mantienen la utilidad de esta tierra», según se dice en el tríptico informativo de la Senda de las Orquídeas.
Una publicación que se ha ampliado recientemente con la edición de una guía sobre las orquídeas del Sierro y las aves del parque periurbano La Camadilla, un lugar ideal para despedir una jornada plena de naturaleza.
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