"Ha sido muy, muy especial; sin duda, dos días para recordar toda la vida"

Tan calurosa fue la acogida como emotivo el aplauso final por parte de los familiares, amigos, conocidos y aficionados al teatro que no quisieron perderse la vuelta de José Miguel Álvarez Pascual a los escenarios de Navalmoral tras 14 años de ausencia.

Caluroso antes y después de la representación fue el recibimiento que se hizo a este actor moralo y el aplauso posterior; como emotivos fueron los abrazos por el reencuentro y las lágrimas que llegó a verter una vez finalizado el monólogo El hombre que casi viajó a la Luna, del autor pacense Juan Expósito, por el que Álvarez recibió una prolongada ovación. Fue en la sala Taktá, los días 12 y 13 de febrero, donde el también director y profesor de teatro estrenó la obra en España, previamente estrenada en Uruguay, donde reside en la actualidad.

Minutos después de finalizar el primer pase el propio José Miguel Álvarez reconocía esa emoción.

Para un actor cada función debe ser especial. Si deja de serlo debes ser honesto y plantearte dedicarte a otra cosa. Pero hay funciones que son emotivamente especiales. Hacerlo en mi país, en mi pueblo y en la sala TaKtá, la sala de un amigo y compañero, con el texto de otro amigo, de un extremeño de Lavapiés, y dirigido por una persona que hace que la dirección de escena parezca algo sencillo; y después de casi catorce años, se parece más a una ficción con final feliz, que a lo caprichoso y complicado que suele ser la realidad de los caminos de los que nos dedicamos al teatro.

Así lo declaraba tras el monólogo de casi una hora de duración, en el que su único personaje había preparado la cena, enfriado el vino, sacado antes de congelarse y preparado la mesa con buen gusto porque Gabriela, "la uruguaya más linda de Madrid", está a punto de llegar.

Público gratificante

Y si luego el público moralo es tan gratificante como lo ha sido en esta ocasión, no se puede pedir más, añadía. Ha sido muy, muy especial. De verdad, dos días para recordar toda la vida. Escuchar las carcajadas, los silencios, palpitar la atención de gente tan cercana que normalmente tengo a miles de kilómetros, hace que cualquier esfuerzo realizado durante los ensayos fuera escaso.

José Miguel Álvarez lleva cerca de dos décadas entre bastidores desarrollando diferentes facetas relacionadas con el mundo de la interpretación, ya sea como actor, director o profesor. También como creador de su propia compañía, Teatrería Abril, con la que ha actuado en distintas ciudades de Argentina y Uruguay, sus países de acogida desde que salió de España.